Los trastornos del control de los impulsos se caracterizan por la dificultad para resistir un impulso, una motivación o una tentación de llevar a cabo un acto perjudicial para la persona o para los demás. Presenta diferentes variedades clínicas. En la mayoría de estos trastornos estas personas perciben una sensación de tensión o activación interior antes de cometer el acto y luego experimentan placer, gratificación o liberación en el momento de llevarlo a cabo. Después de realizar el acto podrían o no sentir culpabilidad, arrepentimiento o autorreproche.
La sintomatología suele ser crónica y en un gran número de veces intrusiva, llegando a interferir en diferentes áreas de la vida del paciente. Asimismo, las personas afectadas por un trastorno de control de impulsos tienden a poseer un déficit en la capacidad para controlar sus emociones, lo que unido a los síntomas propios del trastorno puede provocar también una serie de alteraciones emocionales.
En la mayoría de los casos, la afección comienza en la etapa de la infancia o la adolescencia y los síntomas tienden a agravarse con el tiempo.
Las variedades clínicas más conocidos son las siguientes:
Trastorno explosivo intermitente: se caracteriza por la aparición de episodios aislados en los que el individuo no puede controlar los impulsos agresivos, dando lugar a violencia y destrucción de la propiedad.
Cleptomanía: se caracteriza por una dificultad recurrente para resistir el impulso de robar objetos que no son necesarios para el uso personal o por su valor monetario.
Piromanía: se caracteriza por un patrón de comportamiento que lleva a provocar incendios por puro placer, gratificación o liberación de la tensión.
Juego patológico: se caracteriza por un comportamiento de juego desadaptativo, persistente y recurrente. como indican por lo menos cinco (o más) de los siguientes ítems:
Tricotilmanía: se caracteriza por un comportamiento recurrente de arrancarse el propio cabello por simple placer, gratificación o liberación de la tensión que provoca una perceptible pérdida de pelo.
Algunas de las posibles causas para los diferentes tipos de trastornos del control de impulsos son: déficit en las funciones ejecutivas (escasa inhibición de conducta), escasas habilidades de comunicación, falta de asertividad, déficit en la regulación emocional, baja intolerancia a la frustración, antecedentes familiares, haber sufrido abusos y/o violencia y finalmente abuso de sustancias. Estas posibles causas deben ser exploradas en cada caso.
El tratamiento de estas condiciones mentales debe ser asistido por un equipo de salud mental entre psiquiatras y psicólogos. Existen una serie de objetivos terapéuticos a cumplir con este tipo de paciente: tener un mayor autocontrol y autoconfianza. Desarrollar un patrón de pensamiento más reflexivo, asertivo y funcional. Se recomiendan técnicas diversas como relajación y mindfulness. También hay que apoyarles con técnicas cognitivo conductual y psicofármacos prescritos por el psiquiatra.
Referencias:
1. Trastornos del control de impulso. Disponible en: https://webs.ucm.es/info/psclinic/recursospat2/tcontimpulsos.htm
2. Criterios diagnósticos DSM-IV y CIE-10 de los distintos trastornos en el control de impulsos.
Disponible en : http://personal.telefonica.terra.es/web/psico/dsmiv/dsmiv14.html
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